jueves, 6 de julio de 2017

Proyecto 3. Situación. Pre Entrega.



En este nuevo corte reconsideramos el tema de la edición, despegándonos un poco de la idea anterior y comenzando a pensar una lógica temporal en el montaje. También trabajamos el sonido, que era algo que había quedado pendiente en la anterior entrega. Los sonidos fueron grabados después de la filmación, pensando en generar un paisaje sonoro que no sea realista. No hay sonido directo, excepto el de los granos de azúcar cayendo en la taza. Volvimos a escribir el guión, y llevamos a palabras la historia por detrás de lo que se ve.

Guión.


Habitación amplia, pisos de cemento y paredes de ladrillo. Los únicos muebles allí dispuestos son: un sillón amarillo, una mesa de madera cubierta con un mantel blanco y tres banquetas. Sobre la mesa hay tres tazas vacías y una tetera. La iluminación está dominada por colores fríos, celestes y azules. En una de las paredes laterales, a unos metros del sillón y de la mesa, hay una escalera empinada, bañada en una luz intensa y roja.


En el sillón está sentada LA MUJER, lleva las manos apoyadas sobre sus piernas. Está completamente vestida de negro a excepción del echarpe celeste que cubre sus brazos y pecho. Tiene la mirada fija en un punto perdido. ANA (15) y MATEO(10), ambos vestidos con ropa de cama, bajan los peldaños y asoman los ojos por la baranda de la escalera. Miran a LA MUJER, con curioso extrañamiento. LA MUJER, seria, impávida, les devuelve la mirada. ANA Y MATEO se miran, asienten y continúan bajando de forma pausada y delicada.
ANA y MATEO caminan hasta el sillón y se sientan al lado de LA MUJER.
Hay un sonido de viento constante, por momentos destellos metálicos que acompañan las acciones.  
ANA y LA MUJER se sostienen la mirada. ANA levanta su mano lentamente, LA MUJER hace lo mismo. Mueven sus manos a la par, sin tocarse. MATEO las observa con ojos expectantes, curiosos. LA MUJER Y ANA mantienen sus manos muy cerca, moviendo ligeramente sus dedos.  MATEO mira a LA MUJER y tironea suavemente de su ropa. LA MUJER gira la cabeza y MATEO se acurruca en su brazo. LA MUJER se queda firme y luego pasa su brazo por detrás de MATEO, con la mano acuna su cabeza. ANA se acuesta en el regazo de LA MUJER. LA MUJER la rodea con su brazo y acaricia su pelo.


LA MUJER levanta a ANA y a MATEO y los empuja hacia la mesa. ANA Y MATEO se sientan en las banquetas, enfrentados. LA MUJER toma la tetera y les sirve azúcar en sus tazas. MATEO juega con lo granos de azúcar, ANA observa la taza con desconfianza, bebe.


MATEO se levanta de la mesa, toma del brazo a LA MUJER y comienza a tirar de ella. LA MUJER no se mueve. ANA mira a MATEO y le niega con la cabeza.
MATEO y ANA comienzan a desaparecer.


Historia.


Ana y Mateo tenían once y seis años cuando Helena, su madre, falleció en un choque en cadena. Los hermanos siempre tuvieron un vínculo estrecho pero se acrecentó luego del incidente.
Ambos viven junto a su padre, Omar, en la casa que le pertenecía a la abuela de ellos. Una casa muy antigua, un poco venida a abajo, con muebles heredados, pisos de madera crujiente y alguna que otra mancha de humedad.
Omar es escritor de ficción y redactor en un diario local de segunda mano. Cuando no está en su estudio escribiendo sus libros, está cumpliendo jornadas largas en la oficina. Hay noches en la que llega muy tarde como para siquiera preparar la cena, y mañanas en las que sale tan temprano que apenas puede mordisquear una tostada. Ana es quien se encarga de las comidas la mayoría de la veces, y de acompañar a Mateo al colegio. Todos los días vuelven juntos, y pasan la mayor parte del tiempo solos, a veces compartiendo actividades, a veces cada uno en su mundo. Siempre que


Ana cuida de Mateo como una hermana mayor, pero también intentando suplir el rol de madre. La falta de la presencia Omar hizo que tuviera que madurar y crecer muy rápido, adquiriendo responsabilidades de adulto, pero sintiéndose todavía indefensa y pequeña.
Mateo es risueño, alegre, su bondad e inocencia son sus rasgos más distintivos. A veces se siente confundido porque no logra entender el cansancio en los ojos de su padre, ni la tristeza en los ojos de su hermana.
Ambos hermanos descubren una noche que pueden acceder a un mundo diferente al cotidiano a través de sueños, y despiertan con la vívida sensación de haber estado allí, y de haber compartido el momento. En este espacio onírico el tiempo es discontinuo, se desliza en el presente y en el pasado como la misma conciencia. Allí se encuentran con la Madre de la Vida y la Muerte, en quien proyectan la imagen de su madre. Deciden mantener este hallazgo como un secreto entre ellos y, tras varias visitas, comienzan a gestar un vínculo con esta Mujer que no es del todo humana pero que para ellos representa la parte de la vida que le falta, la parte de su vida que quedó descuidada. En este espacio cuyo tiempo e en ella cierta calidez materna de la que les cuesta escapar, cierto cuidado y atención que no están habituados a recibir.


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